Razones de la urbanización
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El modo en que desarrollamos el paisaje americano y sus zonas urbanas es un componente crítico para crear ciudades habitables y sostenibles. La huella de las grandes áreas metropolitanas, de los suburbios y de las pequeñas ciudades determina en última instancia las condiciones ambientales y sociales de nuestras comunidades. Un tipo de patrón de desarrollo que ha recibido una atención creciente por parte de los investigadores y los responsables políticos interesados en fomentar comunidades sostenibles es el llamado “sprawl”. La dispersión se define generalmente como un desarrollo de baja densidad y desordenado que se extiende en espiral desde los centros urbanos (Burchell et al. 1998). Durante años, los científicos han argumentado que los patrones de desarrollo urbano y suburbano en expansión están creando impactos negativos, como la fragmentación del hábitat, la contaminación del agua y del aire, el aumento de los costes de las infraestructuras, la desigualdad y la homogeneidad social (Ewing 1997; Squires 2002). Comprender las causas, las consecuencias y las implicaciones políticas relacionadas con la expansión urbana puede aportar importantes conocimientos sobre cómo construir comunidades más sostenibles a largo plazo.
Urbanización
La urbanización va en aumento, y ya más del 50% de la población mundial vive en ciudades. Aunque se conocen bien los numerosos beneficios de las ciudades organizadas y eficientes, la urbanización rápida y no planificada podría provocar una profunda inestabilidad social, riesgos para las infraestructuras críticas, posibles crisis del agua y la propagación de enfermedades. Estos riesgos sólo pueden agravarse aún más a medida que continúe esta transición sin precedentes de las zonas rurales a las urbanas: para 2050, dos tercios de la población mundial -unos 6.300 millones de personas- vivirán en ciudades, y el 80% de ellas en regiones menos desarrolladas.
La eficacia con que se afronten estos riesgos dependerá cada vez más de la forma en que se gobiernen las ciudades. La mayor concentración de personas, activos físicos, infraestructuras y actividades económicas significa que los riesgos en las ciudades tienen el potencial de perturbar la sociedad como nunca antes.
Por supuesto, la urbanización no es mala en sí misma. Aporta importantes beneficios económicos, culturales y sociales. Las ciudades bien gestionadas son eficientes y eficaces, ya que permiten economías de escala y efectos de red, y reducen el impacto medioambiental del transporte. Como tal, un modelo urbano puede hacer que la actividad económica sea más respetuosa con el medio ambiente. Además, la proximidad y la diversidad de las personas pueden impulsar la innovación y crear empleo, ya que el intercambio de ideas genera otras nuevas.
Desarrollo de las ciudades
Para determinar los efectos de la urbanización en el medio ambiente, extraemos datos de estaciones meteorológicas, entrevistas sobre el terreno, imágenes por satélite y registros gubernamentales. Desarrollamos nuevos algoritmos para procesar estos datos, aplicamos análisis estadísticos espaciales para descubrir tendencias y utilizamos modelos de sistemas acoplados entre el hombre y el medio ambiente para predecir impactos futuros.
Los impactos ambientales de la expansión urbana van mucho más allá de las propias zonas urbanas. En las zonas de rápida urbanización, la agricultura se intensifica en los terrenos no urbanizados restantes y es probable que se extienda a nuevas zonas, ejerciendo presión sobre los recursos del suelo (Jiang et al., 2013). Además, las zonas urbanas cambian los patrones de precipitación a escalas de cientos de kilómetros cuadrados (Kaufman et al., 2007) . La expansión urbana también afectará al clima global. Se prevé que la pérdida directa de biomasa vegetal de las zonas con alta probabilidad de expansión urbana contribuya a cerca del 5% de las emisiones totales de la deforestación tropical y el cambio de uso del suelo (Seto et al., 2012). El alcance y la escala de estos impactos aún no se han investigado por completo. Aunque muchos estudios han descrito cómo la urbanización afecta a las emisiones de CO2 y a los balances térmicos, los efectos sobre la circulación del agua, los aerosoles y el nitrógeno en el sistema climático apenas empiezan a comprenderse (Seto y Shepherd, 2009).
¿Cuáles son los principales problemas creados por la rápida urbanización en las zonas rurales?
Los efectos directos del crecimiento urbano parecen ser mucho menores que los efectos indirectos fuera de las ciudades, como la emisión urbana de gases de efecto invernadero que provocan el cambio climático a nivel mundial o la creciente demanda de alimentos y recursos en las ciudades que provoca el cambio de uso del suelo en las zonas rurales. Un equipo internacional de investigadores, entre los que se encontraban investigadores de The Nature Conservancy (TNC), el Centro Alemán de Investigación Integrativa de la Biodiversidad (iDiv), la Universidad Martin Luther de Halle-Wittenberg (MLU) y otras instituciones, evaluó los efectos directos e indirectos a escala mundial. Los resultados se han publicado en la revista “Nature Sustainability”.
Estamos viviendo el periodo de mayor crecimiento urbano de la historia de la humanidad, con más de dos mil millones de personas adicionales en las ciudades para 2030, un ritmo que equivale a construir una ciudad del tamaño de Nueva York cada seis semanas. Pero, ¿qué saben y qué no saben los científicos sobre cómo afecta el crecimiento urbano a la biodiversidad? Para responder a esta pregunta, un equipo internacional de investigadores revisó más de 900 estudios. La labor del grupo de trabajo de síntesis, altamente internacional, fue financiada y apoyada por sDiv, el centro de síntesis de iDiv.